La correntada del río después del meandro bajaba rápida y fuerte. La isla raspada por la lengua de agua estaba tibia por el sol. Los juncos finos, largos, verdosos de las orillas andaban casi quietas por la falta del viento. La planta de higo con frutas, en su copa, mostraba al Ñacurutú con sus dos pichones. El medio día se conjugaba con los Benteveos, Torcazas y los loros. Volaban cortos entre los Álamos, Pinos y Eucaliptos. El trinar de los pájaros se borraron en las risas de los muchachos isleños que se tiraban al río. El barranco de tierra y raíces era un acantilado resbaloso, profundo. La correntada se enturbiaba con las flotaciones de los jóvenes y los barros costeros.
El muchacho menor edad del grupo nadaba río adentro. Los otros se embelesaban en sus piruetas acuáticas. Los Sauces se doblaban sobre la orilla. La sombra de las ramas reflejaban sus formas en las correntadas que ondulaban cuesta abajo. En la superficie de las pequeñas olas se arrastraban. Camalotes, sedimentos de arcilla, arenas y troncos astillados. En las cavidades del amarronado madero habitaban insectos ponzoñosos y hongos. La putrefacta madera redonda flotaba asimétrica. El nadador hábil dominaba, con brazadas, patadas y con respiración lateral, el círculo majestuoso del Río Paraná que lo circundaba. No lo vio. El tronco lo impactó en la cabeza.
El cerebro dejó de funcionar. La conmoción cerebral paralizó las funciones de los músculos. El cuerpo comenzó a hundirse. La correntada lo llevaba a la deriva. El caudal subterráneo lo chupaba para el fondo. En la misma inconsciencia. Una parte del tronco encefálico lo mantenía con respiración. Con ritmo cardiaco. En ese proceso involuntario que el cerebro mantenía para la supervivencia. Se le apareció, en su estado emocional, toda su vida como en una película. El isleño en su ahogamiento. En la antesala de sus últimos espasmos Pensó: “Mamá ya no te veré más”. En eso. Unos de sus compañeros lo agarró y los sacó a la superficie del río antes que se ahogue. Abelardo Colombo. 14 de octubre de 2025. Villa Dorrego.